Danzaterapeuta

El camino del danzaterapeuta es el aprendizaje de un conjunto de técnicas y conocimientos teóricos así como el desarrollo de su intuición, paciencia, tenacidad y capacidad de emplear y recrear los diferentes estímulos aprendidos.



El objeto de su trabajo preventivo o de curación no es nada más ni nada menos que un sujeto, por eso el danzaterapeuta, en su hacer profesional, debe tener conciencia de sus actos, sabrá si es eficaz su intervención sólo si reconoce sus móviles, porqué se produce lo que se produce al dar una consigna. Esto último no es una cuestión azarosa: es el atravesamiento teórico y vivencial de todo danzaterapeuta que desee conducir y sostener un tratamiento.



Los danzaterapeutas ejercen su profesión en diversos ámbitos: pedagógicos, recreativos, de rehabilitación y clínicos. Parten del concepto de salud como la posibilidad de aprender. Salud es lo no estereotipado, es la posibilidad de estructurar nuevas formas de expresión y de operación.
Su función es abrir canales de comunicación para facilitar el interjuego de la persona a través de la danza, la música, el silencio, el juego, la escritura, el dibujo, la palabra, el humor y los objetos intermediarios.



Ser danzaterapeuta requiere poner el cuerpo, el afecto, la mirada reflexiva, el permiso a la fantasía, la capacidad de juego, la posibilidad de adaptar su propio tiempo al tiempo de cada grupo. 
Sus herramientas técnicas le permitirán delinear su rol para:


· Organizar el trabajo corporal del otro a través de diferentes estímulos creativos.
· Generar confianza en el grupo.
· Escuchar suspendiendo juicios y prejuicios.
· Escuchar abriendo espacios que posibiliten la emergencia de lo nuevo.
· Trabajar sobre los emergentes individuales y grupales.